
Cali vive momentos de angustia. Durante el mes de febrero de 2025, la ciudad registró 73 homicidios, un 21 % más que en el mismo mes del año pasado. Esta escalofriante cifra pone en duda las políticas de seguridad de la actual administración, liderada por el alcalde Alejandro Eder, quien asumió su mandato con la firme promesa de reducir la violencia y devolver la tranquilidad a los caleños.
Eder, cuya campaña giró en torno a la lucha contra la inseguridad, enfrenta ahora una cruda realidad: los homicidios no solo no han disminuido, sino que van en aumento. En lo que va del año, la ciudad acumula 173 asesinatos, 27 más que en el mismo periodo del 2024. La situación es aún más alarmante en comunas como la 15 y la 18, donde la violencia se ha desbordado y las balaceras se han convertido en una tragedia recurrente.
Las promesas de patrullajes reforzados, desmantelamiento de bandas criminales y una estrategia de seguridad integral parecen desdibujarse ante las crudas estadísticas. La comunidad, que en su momento confió en las propuestas del alcalde, ahora clama por acciones concretas y urgentes para frenar la espiral de violencia que está tiñendo de sangre las calles de la ciudad.
Mientras tanto, el miedo se apodera de los barrios más afectados. Las familias caleñas sienten que la inseguridad sigue siendo un enemigo implacable, y cada día que pasa sin una respuesta contundente por parte de las autoridades es un día más de zozobra.
Cali necesita respuestas, pero sobre todo necesita resultados. La administración de Eder tiene el reto de demostrar que sus estrategias de seguridad pueden marcar una diferencia real y no quedarse solo en promesas de campaña. De lo contrario, el sueño de una ciudad más segura podría convertirse en una pesadilla sin fin para sus habitantes.