
El presidente Gustavo Petro encendió una fuerte alerta nacional al afirmar que “la Policía está infiltrada”, una revelación que pone en duda la seguridad institucional tras el atentado contra el senador Miguel Uribe. Según Petro, el esquema del congresista estaba compuesto por siete escoltas, pero solo tres estuvieron presentes durante el ataque, lo que calificó como una “falla grave” con posibles vínculos al narcotráfico. El mandatario también denunció seguimientos irregulares al hijo del senador, lo que sugiere una amenaza sistemática desde dentro del aparato estatal.
Mientras tanto, Miguel Uribe continúa en estado crítico en una clínica de Bogotá. A pesar de los esfuerzos médicos, no ha mostrado mejoría significativa desde el atentado del sábado. Su círculo cercano mantiene hermetismo, mientras crece la presión para esclarecer quién estuvo detrás del ataque y qué papel pudieron haber jugado fallos —o complicidades— dentro del esquema de protección oficial.