La Escombrera de Medellín: Un Lugar de Esperanza para las Madres Buscadora

La Escombrera, allá en la Comuna 13 de Medellín, es uno de esos sitios que da miedo solo con escuchar el nombre. Mucho tiempo se creyó que era solo un basurero de escombros, pero ahora, con todo lo que se ha descubierto, sabemos que hay mucho más que eso. Las madres, los hijos, las hermanas de los desaparecidos de hace años siempre dijeron que ahí había algo, que ahí podía estar la verdad que tanto habían buscado. Y, finalmente, el hallazgo de restos humanos en diciembre de 2024 nos confirma que, lamentablemente, su intuición no se equivocó.

Durante años, la gente decía que en ese lugar se habían arrojado los cuerpos de aquellos que, en medio de la guerra y la violencia, fueron desaparecidos de manera cruel. La operación Orión en los años 2000 dejó una herida profunda, no solo en la ciudad, sino en todas las familias que perdieron a sus seres queridos sin saber por qué o quiénes fueron los responsables. La Escombrera fue señalada por muchos como ese sitio olvidado por la sociedad, pero que guardaba los secretos más oscuros.

El hecho de que ahora, después de tantas décadas de incertidumbre, la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas y la JEP estén encontrando restos óseos en el lugar es como una esperanza que llega con mucho sabor amargo. La noticia es agridulce, porque por fin, después de tanto tiempo de dolor, las familias pueden empezar a saber qué pasó con sus seres queridos. Pero, al mismo tiempo, no hay nada que devuelva lo perdido, no hay forma de sanar esa herida tan grande. Pero, al menos, hay una respuesta, algo que se podía esperar, algo por lo que se ha luchado tanto.

Este hallazgo no solo es importante para Medellín, sino para todo el país. Es un recordatorio de que la justicia no se puede quedar en palabras vacías. La gente que sufrió y sigue sufriendo por las desapariciones forzadas necesita respuestas. Y el camino de la justicia empieza cuando la verdad sale a la luz, aunque sea poco a poco.

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Como dicen en Cali, “por algo se empieza”. Este es solo un paso, pero un paso importante. Las madres que han buscado incansablemente a sus hijos y a sus hijas, las hermanas que no han dejado de luchar, finalmente están viendo que su dolor no fue en vano. Aunque el camino es largo y el dolor no se borra de un día para otro, cada avance en la búsqueda de la verdad es una victoria para ellos, para esas familias que merecen saber qué pasó con los suyos.

La Escombrera, que para muchos era solo un basurero, hoy se está convirtiendo en un lugar de memoria, de justicia, y sobre todo, de dignidad. Porque en Colombia, sabemos que la justicia llega tarde, pero llega. A cada víctima le deben un respeto, y cada madre buscadora merece la paz de saber lo que ocurrió. Y así, poco a poco, con lucha y con esperanza, se va abriendo un camino hacia la justicia que, aunque sea lento, siempre llega a su destino.

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