En la vibrante ciudad de Cali, en los años 1970, una tradición única que llenaba de alegría y música las noches de la ciudad. Era una época en la que la gente salía a bailar y disfrutar de la vida al ritmo de la salsa, cumbia y otros géneros musicales. Pero lo que hacía esta tradición tan especial era la forma en que la gente llegaba al lugar de encuentro: en canoa, navegando por el hermoso Río Cali.
Todo comenzaba en los pintorescos barrio de Floralia y Guaduales ubicado a orillas del río. Allí, los habitantes y visitantes se congregaban en una pequeña embarcación conocida como “La Salsa”. Esta colorida canoa era un verdadero símbolo de diversión y aventura, y se convirtió en el medio de transporte preferido para aquellos que buscaban unirse a la fiesta en el centro de la ciudad.
A medida que el sol se ponía en el horizonte, los sonidos de la música comenzaban a llenar el aire. Las parejas de bailarines, ataviadas con sus mejores trajes y vestidos, se reunían en la orilla del río para abordar La Salsa. El maestro canoero, un hombre sabio y experimentado que conocía cada rincón del río, dirigía la embarcación con destreza mientras los pasajeros se acomodaban.
El viaje en canoa por el Río Cali era una experiencia mágica. A medida que la noche avanzaba, las luces de la ciudad se reflejaban en el agua, creando un escenario de ensueño. La gente cantaba y reía, contagiada por la emoción del viaje y la anticipación de lo que les esperaba al llegar.
A medida que La Salsa navegaba por el Río Cali, hacía varias paradas estratégicas para recoger a más personas que se unían a la travesía hacia la calle del sabor. En cada parada, la emoción y la expectativa crecían a medida que nuevos pasajeros se sumaban al bullicio y la diversión.
Tras un emocionante trayecto, La Salsa atracaba en la famosa calle del sabor, ubicada en el corazón del centro de Cali. Allí, un bullicioso bulevar repleto de bares y discotecas esperaba a los aventureros nocturnos. La música salsa llenaba el ambiente, invitando a todos a dejarse llevar por el ritmo y el baile.
La noche pasaba rápidamente mientras la gente disfrutaba de los sabores y los colores de la ciudad. La calle del sabor se convertía en un verdadero carnaval, con gente de todas las edades bailando y riendo juntos. Las parejas se movían al compás de la música, mostrando sus mejores pasos y creando un espectáculo digno de admirar.
Después de una noche llena de diversión, llegaba el momento de regresar a Floralia. La Salsa esperaba en el mismo lugar donde los había dejado, lista para llevar a los pasajeros de vuelta a casa. El viaje de regreso era más tranquilo, con el sonido del río como banda sonora de despedida.
Cuando finalmente llegaban a Floralia, los bailarines bajaban de La Salsa con una sonrisa en el rostro y el corazón lleno de recuerdos inolvidables. Aunque la noche había llegado a su fin, la magia de aquel viaje en canoa por el Río Cali y la alegría de la calle del sabor permanecer
Esta historia fue creada con el fin de motivar a la lectura, pero sería buena idea reactivar el río Cali y usarlo para movilizarnos.