Para el año 1981, el cantante de los cantantes viviría una de sus más recordadas anécdotas en Colombia y fue el día en que el jefe de el cartel de Medellín, Pablo Escobar, lo obligaría cantar en su casa toda la noche y madrugada.
El espectáculo estaba en pleno apogeo cuando el anfitrión de la fiesta pidió a Lavoe que cantara “El Cantante”, uno de los mayores éxitos de su carrera. Después de terminar la canción, el anfitrión exigió que Lavoe volviera a interpretarla. Una y otra vez, el cantante repitió la canción, mientras que los demás músicos de la banda empezaban a mostrar signos de cansancio.
Cuando Lavoe trató de poner fin al espectáculo, el anfitrión sacó un revólver y apuntó a la cabeza del cantante, amenazando con matarlo si no seguía cantando hasta el amanecer. Los guardaespaldas del anfitrión se pusieron en alerta, y las armas automáticas apuntaban hacia los músicos.
Los músicos, sin opciones, continuaron tocando hasta que la fiesta terminó en las primeras horas de la mañana. Pero el peligro no había terminado todavía. Los músicos fueron retenidos por la fuerza y encerrados en una pequeña habitación en la finca, sin documentos y sin forma de escapar.
Sin embargo, Lavoe no se rindió. Descubrió una pequeña ventana en la habitación, y tras un esfuerzo considerable, logró escapar por ella. Con la ayuda de sus compañeros de banda, que siguieron su ejemplo, huyeron por los matorrales y llegaron a una carretera cercana, donde encontraron un taxi que los llevó a un hotel.
Pero incluso allí, la pesadilla no había terminado. El taxista, al ver a los músicos tan desaliñados y cansados, se negó a llevarlos. Fue sólo después de que Lavoe le demostrara su identidad y cantara “El Cantante” que el taxista aceptó llevarlos a su destino.
Finalmente, la banda de Lavoe recibió sus documentos y sus instrumentos, y pudieron continuar su gira por Colombia. Pero para Lavoe, la experiencia fue traumática, y recordaría la noche en la mansión de Pablo Escobar por el resto de su vida.
