5 am, suena la alarma que dice “hora de trabajar” me baño, desayuno y salgo con mi cara de aburrimiento a chupar frío en la jetenta, a esperar 20 minutos la bendita P21B, la ruta del MIO que me lleva desde Gaitán hasta Universidades, pero algo extraordinario iba a cambiar mi día.

Mientras esperaba el MIO al lado de la señora de las recargas, escucho un grito en la carretera que dice “Derechooo papi por toda la jetenta, Puerto Rellena, Jardín Plaza” y miro sobre la autopista y a lo lejos se ve venir un bus con una persona colgada en la puerta subiendo gente como si fueran maletas…

Mis ojos se aguaron, no podía creer lo que estaba viendo, era nada más y nada menos que la Pance 4, la mítica ruta que me llevaba antes hasta Pance cuando entrenaba fútbol, pero no fue solo esa ruta la que pude ver, también venía la Papagayo 7, Blanco y Negro 9, Alameda 7 y otras tantas

La alegría no solo fue para mi, fue para todas las personas que estábamos esperando el bus, fue volver a sonreír, aborde mi Pance 4, el señor me dice “la salida es por atrás así que córrase un poco”, nada podía ser mejor, todo era perfecto, todo era como antes, luego se subió un vendedor de papitas, la música de Tropicana de fondo y el viaje en camino

Todo como en los años 98 – 99, la alegría de todos en el bus era única, escuchar nuevamente el “Me va llevar a su casa o que h#4#$”, me hizo sentir nuevamente en Cali pero justo cuando ya iba a llegar en mi destino que por cierto solo fueron 15 minutos de viaje, justo en ese momento, mi mamá me despertó…

Soñar no cuesta nada, hace faltan los buses tradicionales en Cali

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